De pronto, “irse del mundo” nos parece una opción deseable
5 hours Ago By Immaculada Monsó Fornell
La victoria de Trump ha elevado el vago deseo de “irse del mundo actual” a la categoría de tentación irresistible. Los mayores de 90 son envidiados, están más cerca que otros de cumplirlo en sentido literal. Los demás hemos de conformarnos con metáforas: irse del trabajo, de la ciudad, de internet.
Se va Aramburu, el escritor, de su periódico. No entiende el mundo actual ni se siente comprendido. El viento de la locura dispersa sus palabras y las hace inservibles, eso siente: que ya no hay conexión.
Se ha ido este diario de X. Irse de X no es como irse del mundo, pero casi. Dice su director que el diario no puede convivir con la desinformación que propaga la red sociópata: imposible luchar contra los algoritmos maliciosos destinados a incrementar la cifra de usuarios que prefieren la desinformación a la información, el odio a la razón.
Franco Berardi, el pensador italiano, también quiere irse, no solo del mundo sino de la raza humana. Cargado de razón y de razones, nos lo explica en Desertemos, su último libro. Yo también me muero por irme, pero no sé adónde.
De X no me puedo ir porque nunca estuve. No me gustan las redes, de ningún tipo. Podría irme al campo, que es casi como irse del mundo o como irse de X.
En el campo, internet pierde fuelle y el papel impreso recupera su encanto. El silencio o la falta de cobertura facilitan la concentración y abominan de la veloz fragmentación digital. La narrativa recupera su estructur.
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